domingo, 24 de febrero de 2019

VIRTUALIDAD Y/O SOCIEDAD VIRTUAL

El post de hoy estará dedicado a la sociedad virtual o a lo que percibimos como virtualidad. Para ello haremos una reflexión y su vinculación con la virtualidad basándonos en las siguientes lecturas:

ü  Artículo “Cuando la tecnología imita a la naturaleza” publicado el 12 de febrero de 2018
ü  Artículo “El granjero que creó un tractor robot aprendió programación con un curso online gratuito” artículo de prensa publicado el 20 de agosto de 2015
ü  Cuento “El Aleph” de Jorge Luis Borges publicado en el año 1949




Para que el lector pueda entender la siguiente reflexión es imprescindible que haga previamente la lectura de los vínculos anteriores. Todos los seres humanos somos capaces de creer y crear lo inimaginable, lo que hoy puede parecer imposible en un futuro cercano puede ser viable[YP1] ; todo depende de la capacidad de investigación, autodeterminación e imaginación que cada uno de nosotros  tenga.

Encontramos en el Aleph ese sitio en el que Borges volvió a Beatriz Viterbo más allá de la muerte pero también en el cual una persona de la sencillez de un granjero canadiense del siglo XXI puede tener acceso para descubrir el conocimiento y las posibilidades necesarias para abrir el compás y llevar a cabo  sus cosechas por medio de un tractor automatizado a distancia a partir de los planos de un dron.

Esto evidencia que ya no es obligatorio inscribirse y hacer reiterados actos de presencia en un edificio universitario para la formación necesaria en un investigador, solo es necesario bajar al sótano del inmueble de Carlos Argentino,  lo más novedoso es que el edificio fue demolido pero que no despareció sino que se abrió al mundo actual y este se ha convertido en ese sótano, en esa escalera desde la cual tenemos acceso permanente a todos los lugares, a todas las personas, a todos los tiempos. El Aleph se hizo de todos y cada quien puede darle el uso que quiera. Quizá es por esto que el docente actual está obligado a actualizarse pues en caso contrario corre el riesgo de quedar rezagado respecto a sus mismos estudiantes, quienes tienen acceso también al microcosmo y a su vez se les hace innecesario sentarse en un pupitre si en el no tendrá aquello que puede tener en el “sótano de Argentino”.

Representa también, de muchas maneras, el quiebre de las distancias e incluso del tiempo. Pudiésemos asistir a cualquier lugar sin movernos del actual. Podemos presenciar  una clase en Venezuela con un docente desde la Argentina en tiempo real y virtualizar nuestra presencia (y hasta la ausencia) y participación en la misma. Esto aplica a los gobiernos, a la educación, a las familias, a las economías y nos pone en presencia de una auténtica “Sociedad Virtual”, en la que más allá del tiempo y el espacio se establece interacción del conocimiento y hasta de la presencia.

Si el Aleph estuvo históricamente en las mentes, como en la de José Luis Borges,  de quienes se han formado y adquirido el conocimiento necesario de las cosas; ahora está en un lugar, ahí, dispuesto para el acceso a la hora y desde el sitio de la preferencia del usuario y puede ser usado discrecionalmente y a conveniencia desde la comodidad de un aparato tecnológico del tamaño del bolsillo del jean de quien lo porta, sin cables, sin contratos, sin búsquedas tediosas, descomplicado como la era actual misma.

Cualquiera, con la tenacidad y curiosidad necesaria,  podría ver una abeja volar y buscar información sobre la ingeniería de vuelo y mejorar los conceptos actuales como lo plantea la biomímesis leída en el artículo arriba sugerido; es por eso que debemos romper nuestros paradigmas y ver más allá de nuestras fronteras mentales para poder innovar y cubrir necesidades en todos los espacios incluyendo la virtualidad.