El post de hoy estará
dedicado a la sociedad virtual o a lo que percibimos como virtualidad. Para
ello haremos una reflexión y su vinculación con la virtualidad basándonos en
las siguientes lecturas:
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Artículo “Cuando la tecnología
imita a la naturaleza” publicado el
12 de febrero de 2018
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Artículo “El granjero que
creó un tractor robot aprendió programación con un curso online gratuito” artículo
de prensa publicado el 20 de agosto de 2015
ü Cuento “El Aleph” de Jorge Luis Borges
publicado en el año 1949
Para que el lector pueda entender la siguiente reflexión es
imprescindible que haga previamente la lectura de los vínculos anteriores.
Todos los seres humanos somos capaces de creer y crear lo inimaginable, lo que
hoy puede parecer imposible en un futuro cercano puede ser viable[YP1] ; todo depende de la capacidad
de investigación, autodeterminación e imaginación que cada uno de nosotros tenga.
Encontramos en el Aleph ese sitio en el que
Borges volvió a Beatriz Viterbo más allá de la muerte pero también en el cual
una persona de la sencillez de un granjero canadiense del siglo XXI puede tener
acceso para descubrir el conocimiento y las posibilidades necesarias para abrir
el compás y llevar a cabo sus cosechas por
medio de un tractor automatizado a distancia a partir de los planos de un dron.
Esto evidencia que ya no es obligatorio
inscribirse y hacer reiterados actos de presencia en un edificio universitario
para la formación necesaria en un investigador, solo es necesario bajar al sótano
del inmueble de Carlos Argentino, lo más
novedoso es que el edificio fue demolido pero que no despareció sino que se
abrió al mundo actual y este se ha convertido en ese sótano, en esa escalera
desde la cual tenemos acceso permanente a todos los lugares, a todas las
personas, a todos los tiempos. El Aleph se hizo de todos y cada quien puede
darle el uso que quiera. Quizá es por esto que el docente actual está obligado
a actualizarse pues en caso contrario corre el riesgo de quedar rezagado respecto
a sus mismos estudiantes, quienes tienen acceso también al microcosmo y a su
vez se les hace innecesario sentarse en un pupitre si en el no tendrá aquello
que puede tener en el “sótano de Argentino”.
Representa también, de muchas maneras, el
quiebre de las distancias e incluso del tiempo. Pudiésemos asistir a cualquier lugar
sin movernos del actual. Podemos presenciar una clase en Venezuela con un docente desde la
Argentina en tiempo real y virtualizar nuestra presencia (y hasta la ausencia)
y participación en la misma. Esto aplica a los gobiernos, a la educación, a las
familias, a las economías y nos pone en presencia de una auténtica “Sociedad
Virtual”, en la que más allá del tiempo y el espacio se establece interacción
del conocimiento y hasta de la presencia.
Si el Aleph estuvo históricamente en las
mentes, como en la de José Luis Borges, de quienes se han formado y adquirido el
conocimiento necesario de las cosas; ahora está en un lugar, ahí, dispuesto
para el acceso a la hora y desde el sitio de la preferencia del usuario y puede
ser usado discrecionalmente y a conveniencia desde la comodidad de un aparato
tecnológico del tamaño del bolsillo del jean de quien lo porta, sin cables, sin
contratos, sin búsquedas tediosas, descomplicado como la era actual misma.
Cualquiera, con la tenacidad y curiosidad necesaria,
podría ver una abeja volar y buscar información
sobre la ingeniería de vuelo y mejorar los conceptos actuales como lo plantea
la biomímesis leída en el artículo arriba sugerido; es por eso que debemos
romper nuestros paradigmas y ver más allá de nuestras fronteras mentales para
poder innovar y cubrir necesidades en todos los espacios incluyendo la virtualidad.